viernes, 20 de septiembre de 2013

Tu fuente de Poder

Por mucho tiempo creí que mi facilidad oratoria era un factor de influencia
 sobre terceros. Que con eso podía ejercer cierto poder sobre otros.
 Tal vez, haya sido así, en algunos casos.
Pero, también, era una herramienta "intrusiva". En algunos lugares, llegaba y rebotaba.
No entraba. Yo no lo veía. Iba e iba con mi locuacidad.

Lo descubrí cuando, ya no recuerdo por qué, tuve que hablarme a mí.
Ahí me di cuenta que si no cambiaba, yo también me rebotaba... 
no me seducía escucharme.  Eso era un ruido y no mi voz.

Cuando comencé a preguntarme cosas, a bucearme en vez de discursearme,
se abrieron portones. La novedad corría por las arterias y se metía en todos los rincones. Empezaron a aparecer imágenes, visiones, proyectos, diseños.
 Nuevas realidades. Totalmente propias. Puras. Mías.
 El Poder había venido a mí, como en un mágico comic.

Cuando te sientes tan cómodo con alguna de tus facilidades operativas,
 las que habitualmente te abren puertas, como pueden ser tu expresión pública,
 tus habilidades manuales, cualquiera de tus saberes haceres, un título habilitante, etc.,
 puedes confundirlas con tus fuentes de poder. Es muy común eso,
 porque hay gentes que así lo valoran y te reconocen un lugar, una función.

Pasa en un mundo de formas. Quienes responden a esos estímulos, son los egos.
Pero tú no eres uno de ellos. Te hubieras ido hace rato de esta página,
te aburriría tanta perorata, incomprensible para quien solo pretende figurar.
O sea, para quien espera que le digan dónde ubicarse en el escenario.

Cuando entiendes que tus fuentes de poder son las visibles en el mundo formal,
 estás perdiendo el tiempo. Y Poder. Te demoras y condicionas.
 Esas fachadas sólo cubren relaciones leves o circunstanciales. Aunque duren años.
 Aunque parezcan triunfos y glorias.

Sucede que, como son triunfos y son glorias, la costumbre se hace ley.
 Sin vetos a la vista, la ley se hace de hierro. El tiempo, luego, hace lo suyo.
 Los médicos, también.






















Tu fuente de Poder, la que juega en serio, no es visible
pero está a la vista cuando la quieras ver. Es Tu Yo. Lo conoces?. Digamos que si.
Lo que necesitas para ser poderoso está contigo desde que viste la primera luz.
 Lo has usado y no.
Lo has desechado, no lo has mantenido, y cuando lo has vuelto a buscar,
estaba allí, intacto.
Y así estará las veces que lo necesites. Dispuesto al servicio.
Porque eres tú. Precisamente, Tú.

Mira a tu alrededor. Busca la gente que crees poderosa. Qué ves?.

Ahora. Presente. Pedite escucharte. En silencio y sin distracciones.
 Cuando te acostumbres, te gustará. Está bueno saberse poderoso.

Sabete.


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