miércoles, 8 de octubre de 2014

De ilusiones también se vive (y se muere despacito)


"Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ya fuera ceniza en la memoria..."
 (J. L. Borges)

El vino te ayudará a comprender que el pasado es ceniza en tu memoria.
Sólo permanece aquí porque tu presente le hace lugar. Es una de tus ilusiones.

Si alguna vez estuviste en una situación límite, que te demandó una respuesta precisa e inmediata,
en la que cada instante fue un capítulo, estuviste en plena consciencia del momento “ahora”.
 Te concentraste en la administración eficaz de tus recursos
 y en tomar las decisiones con que superaste la emergencia.
 En una fracción de segundo, gestionaste una compleja provisión:
 atención, observación, evaluación, cálculo, diseño, preparación, coordinación y acción.
 Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción.

En ese escenario temporal, no sirvió de nada tu pasado. No estuvo presente.
 Porque no hubo lugar (tiempo) para que dialogue contigo, con tu mente.
 Si lo hubiera habido, probablemente, su influencia habría cambiado alguna o algunas
 de tus decisiones, menguando tu poder. Te habrías entorpecido.

El pasado solo existe cuando desprecias
 el encantador poder del “ahora”.
 Entonces, ingenuamente, abres las puertas
 para que tomen tu control diversas formas de culpas, amarguras, resentimientos, tristezas, quejas, lamentos, dolores, sihubieras… en fin, un cóctel insano que corroe
 tu calidad humana. Y complica tu presente. Tu “ahora”.

Más allá de las situaciones límites, eso te pasa todo el tiempo.


El pasado está presente en tu vida con tu consentimiento.
 Recordándote que hiciste mal muchas cosas, que te has equivocado y puedes repetirlo,
 que por ello hay culpas que pagar (todavía), que no debes olvidarte de las pérdidas
 materiales ni afectivas, que eres injusto, que tienes una actitud incorrecta, que has lastimado,
 que pudiste haber hecho otras elecciones, que dejaste pasar con pena y sin gloria
 muchas oportunidades para cambiar de suerte, que hay cosas que no son para ti
 (porque siempre fue así), que tu experiencia te aconseja no meterte en determinados lugares
 porque te comprometes y después es difícil salirse, que tienes motivos para quejarte
 y puedes sostenerlos, que callaste y estás arrepentido, que debes sufrir en silencio
 para no hacer daño a otros, que cuando no arriesgaste no ganaste y te lo reprocharon,
 pero otras veces arriesgaste y te salió mal la jugada …

O que ves cómo progresó tu vecino o tu hermano y eso te obliga a buscar explicaciones.
 Que no has estado con tus hijos lo suficiente, que no hablaste alguna cosa con tu padre
 o tu abuela ya muertos, que si te hubieras puesto de novia con aquel chico tu vida sería mejor,
 que si no hubieras fumado tanto tiempo, que por qué no estudiaste aquello otro....
 En fin… entras en alguna de estas categorías ?. En cuántas….????.


Tu ahora es tanto más poderoso en relación directa a cuanto menos influya
 sobre esta actualidad tu pasado. Ya no se trata sólo de situaciones límites; cotidianamente,
 lo que atiendas a tu pasado estás desatendiendo a tu presente.
 No hay dos tiempos ni dos vidas paralelas para ensayar.
 Uno excluye al otro en lo que hagas y eso tiene expresiones muy claras
 en cuan directo o laberíntico sea tu camino.

El pasado en el presente es una ilusión.
Vives con la ilusión de poder cambiar algo hacia atrás.
Y no te permites fluir, entregarte a tu potencia natural,
para que tus capacidades hagan, libres, buscando ponerte en el lugar que este mundo te necesita.

De manera más general, la incapacidad de aceptar y aceptarte en tu dimensión presente,
 genera crecientes trastornos psicológicos y, más tarde, físicos. Se complica la fluidez vital
 de tu organismo, que comienza a darte signos de las restricciones a su funcionamiento natural.
 Surge una compulsión inconsciente, defensiva, que pretende cubrirse (cubrirte) del mundo externo
 y sus influencias. Es el nacimiento de tus juicios. Las interpretaciones y las percepciones
 conducen todas para el mismo norte, que es asegurarte la supervivencia en un medio hostil.

 Ese sistema se alimenta continuamente mordiendo su propia cola.
 Su prolificidad es envidiable: nacen miedos todos los días. Creas una falsa identidad.
 Tu mundo externo empieza a teñirse de grises y sombras. Acechan los riesgos.
 Aumentan tus prevenciones. Tus relaciones se enferman o son asépticas, en precaución.
 Tu cuerpo pesa cada vez más y se restringen tus libertades de movimiento.
 La paranoia te espera en la próxima estación.

No puedes evitar que sucedan cosas, pero sí puedes elegir qué hacer cuando esas cosas suceden.
De hecho, lo haces siempre, Acepta que es así. Prueba de prestarle atención.
Cuando aceptas que el pasado no puede ser modificado,
 baja notablemente el quantum de estrés que aquello produjo.
 Y, lo más importante, puedes controlar tus re-acciones y proyecciones hacían terceros.
 Allí puedes dedicar todos tus recursos a fluir con la situación hasta que se resuelva naturalmente.
Y así sucede.

Enfocarte sólo y totalmente en eso, sin dialogar con nadie más que con tu enorme capacidad
 para encontrar respuestas en tu ahora.
Qué hacer ahora con lo que estás sintiendo ahora.
Eso es la vida.













Eliges todo el tiempo.
 Ahora lo estás haciendo. Porque sólo puedes hacer en el presente.

Un viejo proverbio hindú reza: mono viejo no mete la mano en la cumbuca.
 En la India, los cazadores abren un pequeño agujero en un coco, colocan una banana adentro
 y se esconden. El mono se acerca, toma la banana, pero no consigue sacarla,
 porque su mano cerrada no pasa por la abertura. En lugar de dejar la fruta, el mono se queda allí luchando contra lo imposible, hasta que es fácilmente atrapado.
 Concluyendo, digamos que se entrega abrazado a su pasado…

Los monos nos precedieron. Quieres volver allí?.