martes, 11 de marzo de 2014

Otro Perro Callejero


Han pasado 6 meses ya. Han pasado más de 5000 visitas.
No sé si es mucho o poco. No me interesa esa competencia.
Creo que al menos a 5 personas les han sido útiles algunas de las reflexiones del perro callejero.
Ya eso me hace muy feliz. Y a los perros callejeros, también.
Hay quienes han creído que este blog es una campaña en ayuda de ellos. No. Es al revés.
Creo que este es un buen momento para recordarlo: hemos puesto la mirada en ellos,
 en sus ejemplos y vivencias, para que nos ayuden a comprender-nos.
En algún momento, en algún lugar, alguno de ellos (o muchos)
 se darán cuenta de su valioso aporte a la raza humana.
Tal vez sea el mismísimo Dios que nos pone esas escuelas andariegas,
 para que aprendamos de su experiencia.




No es sencilla la vida del perro callejero.
Bueno, no es sencilla para quienes la miramos desde "esta" vida, pretendiendo asimilarlas.
Error. Ellos viven en total presente. Sin miedos ni ansiedades. Sin pasado ni futuro.
Para ellos, es muy sencilla su vida. Como lo es la nuestra, cuando es vida y no caricatura.

Agradeciendo a ellos por prestarse a este placer
 y a ustedes por prestarme parte de su tiempo,
 quiero recordar cómo y para qué empezó esta historia.

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Bienvenidos.... aunque, pensándolo mejor, no es este mi lugar,
 al que pueda bien recibirlos... Es el lugar de todos, la calle en un formato de pantalla. 
Quien más, quien menos, alguna vez te has cruzado con un perro callejero.
Y sin entrar en detalles sobre su conducta, posiblemente influenciada por sus tratos previos
 (bientratos o maltratos), la cosa es que no se puede discutir su libertad. 

Yo me he preguntado si se dan cuenta o no. Si uno cree que son libres y ellos no. 
Porque tienen la libertad de gastar sus energías buscando cómo reponerlas...
 no le rinden cuentas a nadie más que a sus energías residuales. Y bueno, son animales.
 No necesitan otra cosa que ocuparse de su existencia.
 Cuidarla, preservarla, sostenerla, saborearla, vivirla.
 Lo que hagan en el medio, mientras hacen eso,
 también es parte "de la suya".

 Como por ejemplo, movernos la cola y seguir en la suya,
 juntarse con otros semejantes y seguir en la suya, obviar alguna reyerta
 propuesta por perros de mamá o de papá y seguir en la suya,
 ser solidarios con los chicos y los pobres viejos (y viejos pobres) y seguir en la suya,
 protegerse de los enfermos, confiar, escaparle a la envidia,
 hacer espíritu de cuerpo ante la sospecha, amar, desafiar límites, dejarse querer,
 buscar, andar, no cruzar cuando el verde del otro, meterse en una iglesia si se siente bien ahí, 
hacer amistades con los hombres que son animales,
 ladrarle a los miedos y las ansiedades... en fin, ya sabes lo que es un perro callejero. 
Yo soy otro.

Otro perro callejero.
 Así lo siento. Si estás por acá,
 es porque tu cola es sensible 
a la vida que está ahí afuera.
 Sin dobles sentidos...
 digo que ese es tu sensor.
 Que te conecta con el mundo animal que se para en dos patas
 la mayoría de las veces.
 Pero tienes claro cuál "es la tuya". Negocias y tratas, vas y vienes,
 haces y haces,
pero no dejas de ser quien eres.






No vives por o para otros, sino para ti. Y vives. Vaya si vives...
Quieres más. A ti te quiero hablar. A otro perro callejero, como yo.