lunes, 25 de noviembre de 2013

Un tiempo sin tiempo


Has escuchado a alguien cercano a ti decir alguna de estas frases…?

"El tiempo no me alcanza para todo lo que tengo que hacer".

"Estoy dejando de lado cosas importantes por falta de tiempo".

"Siempre termino postergando mis cosas por ocuparme de las de los demás". 

"Al final del día estoy demasiado cansado para hacer lo que me gustaría".

"No tengo tiempo para hobbies o distracciones".


En este tiempo sin tiempo, la agenda ya no es una herramienta de organización
 sino un campo de batalla medieval. Allí conviven tus operaciones, amigables y hostiles,
 en medio de polvaredas, ruidos de todo tipo, corridas, confusiones,
 caballeros y animales, razones y pasiones. Al final de cada día,
 reposando en la enfermería de campaña, preparas la siguiente avanzada.

Claro que confías en las fuerzas de tu infantería.
 Está movilizada y “a tambor batiente”.
 Parece de motivación inagotable. Parece…
 hasta que el cansancio físico le hace bajar
 algunas banderas.
 Y cuestionarse el sentido de tanta épica acción.





Tu tiempo es tuyo. O, mejor dicho, es para que hagas tuyos esos momentos
 que forman tu tiempo. Cómo lo haces?. Preguntándo-te qué quieres.
 Porque lo que hagas son tus compromisos. Es lo que has elegido hacer.
 Declaraciones personales, públicas o privadas, íntimas,
 en las que has decidido hacer “eso” y no “otra” cosa.
 Te comprometes con lo que haces y, también, con no hacer lo que no haces. Son opciones.
 Cuando te enojas con tu escasez de tiempo, estás escuchando un reclamo interior.
 Estás des-centrado, des-equilibrado. Tu cabeza ha decidido por tu corazón o viceversa.
 La tensión entre ambos excede lo admisible en salud.
 Y el que ha sido postergado, se queja por la omisión.

Los dos días más importantes de tu vida son el de tu nacimiento
 y aquel cuando descubriste para qué estás aquí.
 Ese día se inicia un camino de compromisos frecuentes,
 que respaldan lo que se te ha revelado.
 Empiezas a darle formas más acabadas al modelo personal.
 Ese trabajo te llevará lo que te quede por respirar. La evolución es continua
 hacia lo que quieres ser. Y cada retoque es un compromiso.

Cuando algo quieres que sea, lo imaginas, vives ese momento y crees en eso,
 estás pariendo un compromiso. Cuando este proceso termina en el resultado que viste antes,
 has creado otra realidad, has puesto un nuevo ladrillo en tu construcción,
 que está más completa que antes.

Lo que hagas con tus momentos, con tu tiempo,
 adelanta o atrasa tu construcción.
 Para ser más directo:
 trabajas en tu obra o le prestas tu cuerpo
 (y tu tiempo va con él)  a las de los demás.
 Te escuchas o te ignoras.
 No puedes estar en ambos lados del mostrador.
 Sólo en uno de esos lados eres más valioso.
 Es allí donde te ha puesto quien te ha creado.



 Si te has ido, si abandonaste el puesto, ya lo has hecho. Ya pasó.
 Tiempo pasado está perdido.
 Cuando quieras, puedes empezar a vivir este momento.
 Tiempo presente está ganado.
 Piensa y siente cada decisión. A la misma vez. Lo que no sientas es NO. Lo que no pienses es NO.
 Por ese camino, habituándolo, encontrarás valor a cada que des. Si?.


El reloj no es un tirano,
 los tiempos que vivimos
 no son locos,
 las obligaciones no son tales
 y tantos más blablablás
 no son más que eso.
 Tus momentos están ocupados
 por tus compromisos,
 tus decisiones.
 Eres responsable de tus actos. Aunque, a veces, creas ser víctima
 de una enorme locura colectiva.
 No. Lejos estás de eso.
 Tanto como de ser
 victimario culposo si sólo haces
 lo que te importe a ti,
 sin considerar prioritariamente
 a los demás.
Decide libremente.




Para tu tranquilidad, todo lo que hagas incluye al resto, porque eres parte del resto de los demás.
Estás girando en una rueda mágica. Cuando te miras, me reflejo en ti.
Tu tiempo y el mío son el mismo momento.
 Sólo que cada uno es actor principal en su propio circo, su propio cuerpo.




2 comentarios:

  1. Me encantó, Oscar! Nos reflejamos, con toda seguridad te lo digo. Un abrazo

    ResponderBorrar
  2. Me gustó mucho este artículo. Le imprimiste mucha emoción y cordura al texto. Definitivamente debemos aprender a escucharnos y a confiar en nosotros mismos. El problema no es la agenda; el problema es cuando la agenda de los demás invade la nuestra por la fuerza. Es importante lograr un equilibrio entre nuestras convicciones y obligaciones. Nos vivimos solos, pero a veces hace falta estar a solas. Balance es la clave.

    ResponderBorrar