martes, 25 de febrero de 2014

PARAQUECIENDO


“Nada nos pasa por casualidad. Si pasa es porque lo buscamos”.
 Gerardo “Tata” Martino, actual Director Técnico del primer equipo del Fútbol Club Barcelona,
 dijo eso en una ronda de prensa cuando era el conductor táctico de mi equipo,
 Newell´s Old Boys de Rosario, brillante y grandioso campeón del fútbol argentino
 un par de meses después de esa declaración (ejem… perdón, se me escapó el personaje...).


El Tata le contaba al mundo,
que admiraba lo que estaba pasando con su equipo, la clave del éxito.
  Les estaba diciendo que lo que estaban consiguiendo
 era fruto de su clara decisión de ir hacia allí.
 Antes, lo habían escuchado sus jugadores y compañeros del staff técnico.
 Gracias a su capacidad de comunicar,
 esas palabras emocionaron a sus dirigidos,
 tomaron cuerpo, espíritu, formas y acciones hasta el logro final.




Todo el tiempo estás encontrando lo que has buscado (todo el tiempo) que (te) pasara.
  Lo hayas dicho, acordado o no, cada acción tiene su paraqueciendo.
 O sea, para qué estás haciendo lo que estás haciendo. Eso explica tu vida, en cada momento.
 Cuanto más claro lo tengas, en el dominio de tu vida que quieras verlo,
 más cerca estás de ser campeón (como mi equipo) o, si no, uno más de la manada.
 No postulo que trates de ser el campeón del juego de los otros sino del tuyo propio.
 En el juego que mejor juegues y más te guste. Eso sí me importa.

 Cuando te preguntas para qué estás haciendo lo que estás haciendo, responde tu visión.
 Lo que te moviliza más interna e intensamente.
 Lo que está fuera de cualquier entuerto egocentrista o transacción social.
 Pregúntate para qué haces alguna acción y, muy probablemente,
 escucharás que comienzas tu respuesta utilizando "porque…".



 Esa palabrita, "porque…", busca explicar
 lo que has hecho desde tu ego-mirada.
 Otras veces, significa justificarse,
 reportarse mansamente en el regazo social.
 En cualquier caso, te remites al pasado
 y no a este momento.
  Hablar del pasado es muy usual
 en vidas cansadas, sin estímulos,
 de horizontes cercanos y utilitarios.
  Hablar del pasado es estar en el pasado.
 No requiere de la (maravillosa)
 tensión del presente.
 Es mirar fotos y sonreírle a la nada.



Hablar en presente es sonreírme a mí mientras estás rodando tu película.
 Dinámico, ágil, activo, pleno. Disponible. Vivo.
 Tus paraqueciendos te abren caminos en todo momento.
 Eliges las mejores opciones, inteligentemente. Casi sin darte cuenta, liviano y libre,
 sientes que “algo” te lleva hacia esas decisiones. Ese algo eres tú mismo,
 suelto de lo que te has condicionado antes. Desatado de las razones de tu entorno social.
 Más allá de los límites de la cancha donde has jugado hasta aquí.

Quieres probarlo?. Cuál es el paraqueciendo en tu relación afectiva principal?.
 Cómo funciona la organización a la que le dedicas tantas horas diarias?
 (llamale familia, empresa, empleo o equipo deportivo).
 Están alineados los paraqueciendos de cada uno de sus integrantes?
 (o tienen algún punto de convergencia, al menos?). Alguna vez lo conversaste?.
 Para qué existe esa organización?. Para qué le das tu tiempo?. Para qué creen los demás?.
 Para qué precisas comprar tal o cual artículo?.
 Para qué amas?.
 Para qué corres?. Para qué te enojas?. Para qué compites?.
 Para qué estás en la Tierra?.


Probablemente, te sientes
 como en una obra en demolición. No estás acostumbrado a tantos paraqués.
 Porque has crecido sin ellos.
 Has crecido dando porqués.
 Has gastado más tiempo explicándote 
 (a otros) que respondiendo
 a tus propias preguntas.
 Para qué?:
 para ser aceptado -uno más- en la manada.
 Eso quisiste, aunque no lo supieras querido.
 Eso fue lo que sentiste que querías.
Cuando haces algo y no tienes
 el resultado esperado (ilusionado),
 pregúntate para qué lo has hecho.
 Si no tienes respuesta, allí está tu respuesta.
 Si te sorprendes respondiéndote “porque",
 allí está tu reporte, manso y tranquilo,
 a tu jefe social.




Cualquier perro callejero tiene muy claros sus paraqueciendos. Cómo estás con los tuyos?.
 Espero que me cuentes. Me encantará saberlo, aunque sólo sea mirándote por las calles…
comprendiendo que me has entendido y lo estás haciendo.


martes, 11 de febrero de 2014

CREACCIONARIO


Imagino una reunión de la Real Academia Española.
 Ambiente clásico y sobrio, mobiliario austero, señoras y señores mayores, cultos, estrictos, precisos.
 No importa en qué año sea la reunión, el aspecto ha de ser similar a lo que pienso.
 Tal vez, ahora haya algunas computadoras sobre la mesa y asomen colaboradores de menores edades.
 Les importa actualizar el riquísimo vocabulario de nuestra lengua,
 agregando palabras que se han incorporado al uso cotidiano de millones de personas.
 Debaten y discuten hasta encontrar la definición que mejor les cuadre para explicar
 el significado teórico de una palabra, cuya practicidad la ha popularizado lo suficiente
 como para llegar a ser admitida en esa mesa ilustrada.
 Una vez resuelta la controversia, engrosan el diccionario.
























Desconozco por qué canales formales se puede llegar hasta esa erudita junta,
 pero por estos tiempos un blog puede hacer el barullo necesario para iniciar el camino hacia allí.
 Y tantos perros callejeros en este sitio harán bastante ruido.

Sostengo que las palabras no significan nada hasta que no se hacen visibles en acciones.
 Todo existe según su “para qué”.
 Tú sabes lo que es el fuego porque has comido gracias a él tantas veces.
 O lo que es un camino por su servicio al destino.
 Y lo que es una flor por la sonrisa de quien la recibe
 o la miel que elabora la abeja después de libarla.



Las palabras son acciones.
Así aprendes,
 gracias al registro memorial/emocional
 que dejan esas acciones.
 Así vives,
 gracias a las palabras que derivan en acciones.




Cómo me gustará escuchar, en unos meses o años,
 que alguien diga que por conversatura (su cultura de la conversación),
 ha podido desarrollar su aperética (ética de la apertura)
 y que observa notorios cambios en su aflexizaje (aprendizaje en la flexibilidad).
 Ya sabes cuánto se necesita que hagamos acuerdos para mejorar nuestra convivencia
 y para eso se precisa mucha obranza (obrar con confianza),
 focambición (ambición por el foco y no dispersarse),
  efipromiso (compromiso con la eficiencia de los procesos)
 y logrompetencia (competencia en alcanzar logros)
 o su sinónimo, resultidad (la capacidad de buscar y alcanzar resultados).

Será más probable cuanto más impecablas (hablas impecablemente,
 cuidando lo que eliges decir y recordando que tus palabras actúan desde que salen de tu boca),
 más te motiveas (te veas motivado porque creas en lo que estás viendo),
 más intelisente seas (presencia inteligente) y mayor sea tu enfasía
(estado enfático, enérgico total, intenso).

Ese es el camino a la bienestud (la mayor virtud, estar bien con uno mismo),
 la prosanía (no enfermedad) y la podertad (la plena libertad para disponer todo tu poder personal).

La comunicación es acción común. Si cuidas sus modos y sus fuentes,
 te sentirás más ligero recorriendo tu vida y ayudarás a que los demás también sintamos lo mismo.
 Tendrás el mismo cuerpo, pero te pesará menos. Lo que pienses podrá ser obra o no será un lastre.



Estás en el mundo para construirlo cada día. En realidad, construyes tu mundo cada día,
 conversando contigo y con nosotros. Accionando a cada paso, aunque creas que no haces nada.
 Eso también es una acción: la acción de no hacer. Ante la opción, la posibilidad de elegir,
 yo propongo este borrador del CREACCIONARIO,
 el espacio donde vayamos dejando las palabras que ahora nos movilizan.
 Las nuevas palabras que llevan a nuevas acciones y nuevas actitudes.
  Donde los significados sean ejemplos antes que acabadas definiciones.

Para que te reconazcas (reconozcas en ellas y nazca algo nuevo allí).
 Te invito a darle forma a la versión original del CREACCIONARIO
de la Real Academia de Los Perros Callejeros.