viernes, 20 de febrero de 2015

CONCIENCIA CON CIENCIA


“Todo lo que no aceptamos hacer consciente regresa bajo la forma de destino”
 (Alejandro Jodorowsky)

Las palabras son símbolos de símbolos. Representan cosas que, a su vez,
 son lo que hemos convenido que sean. Antes de eso, para otros seres,
 una piedra tal vez haya sido una “tun tun”, y un tigre, un simple “rrraaauuu”.

Yo creo a la conciencia como el conocimiento que un ser tiene y siente de sí mismo,
 de su condición y de su entorno particular. También hay quienes la refieren
 a la percepción receptiva de los estímulos del interior y el exterior.
 Eres consciente de lo que eres, lo que está siendo,
 lo que te sucede, cómo lo procesas y cómo accionas en consecuencia.
 Todo eso, según la capacidad que hayas desarrollado para estar consciente en ese momento.
 Ante cualquier estímulo externo eliges hacer sólo una cosa y no otras.
 Un minuto después, puedes estar siendo más consciente que un minuto antes,
 por la experiencia y por otras influencias. En tal caso, puedes optar por elegir hacer otra cosa,
 que supere la anterior y sus alcances, o dejar que todo siga igual.
 Más allá de la invalidez del arrepentimiento como recurso útil,
 cuando eres consciente que tus resultados no son los esperados ya estás haciendo otra cosa…
poniendo en marcha otra elección.

A mayor frecuencia de tus momentos conscientes, puedes reconocerte como una persona
 con tendencia consciente. No sé si existe el ser consciente, total,
 pero creo en la recurrencia de los estados conscientes.


La inconciencia, valga la aparente obviedad,
 es la ausencia de conciencia en un momento.
 Actúas automáticamente.
 Pero tiene su fuente en un momento de conciencia anterior,
 cuando una acción quedó registrada en el menú cerebral
 como respuesta a un estímulo externo.
 Esa acción pudo ser propia, única,
 o del clan al que perteneces, cultural y biológicamente.






“La conciencia es el mejor libro moral que tenemos”
 (Blas Pascal).



La evolución científica descubre y sorprende. O sea, sorprende porque descubres
 novedades para tu aprendizaje. Por ejemplo, que la conciencia tiene formas. Qué?.
 Que la conciencia no es una abstracción, una nube, un dibujo en el aire con tus manos
 o un concepto místico. La conciencia tiene vida propia y expresiones.
 Son tus elecciones. Son tus aprendizajes, o sea tu conocimiento hecho acción.

La conciencia es un mecanismo adaptativo al entorno. En su devenir, el sistema nervioso animal desarrolló capacidades para procesar más eficientemente el influjo de señales externas,
 en relación directa con la creciente complejidad de la información que recibe.
 La clave está en tu atención, tu presencia, en muchos sentidos un sinónimo de tu conciencia.
 La atención es un método de manejo de datos, la forma que tiene tu cerebro
 de racionar sus recursos de procesamiento, incluyendo
 dejar espacio para otros recursos, no mentales.

La conciencia es el resultado de la economía evolutiva del cerebro.
 Esto fue privilegiado por la selección natural,
 ya que un conjunto de representaciones
(que incluye al ser consciente), un objeto y el proceso de atención que los vincula correlaciona datos de diferentes dominios
 y habilita un enorme potencial para integrar información,
 ver patrones más amplios y entender la relación entre uno mismo
 y el mundo exterior. El inconsciente aparece en ese caso,
como referente de comparación. Si no encuentras allí tu respuesta,
 vas por un salto consciente hacia un nuevo estadío.

“Tú no eres alguien que es consciente del árbol, del pensamiento,
 del sentimiento o de la experiencia. Tú eres la conciencia
 en la que esas cosas aparecen”
 (Eckhart Tolle).


Te conviertes en una computadora orgánica con la capacidad de cambiar el foco de tu atención
 para procesar otro paquete de información. La evolución no tiene, necesariamente, que tener
 un componente moral o espiritual que se ajuste a los deseos de las narrativas predominantes.
 Al contrario, en el marco de la aptitud biológica, la eficiencia parece regir la naturaleza
 y se vale de sus infinitas posibilidades para crearse y re-crearse continuamente, eternamente.

Tu intuición es la percepción íntima e inmediata del sendero hacia una decisión
 frente a un estímulo externo. Creo que es algo así como el puente
 entre la experiencia dura (inconsciente) y la opción correcta (consciente).
 No quiero dejar a la palabra “correcta” como una síntesis. Amplío en calificativos respecto de la
opción consciente: presente, poderosa, mayor, liberadora, única…
 Cada una se ajusta a una observación diferente.



Tu conciencia se inspira en tu intuición,
 creyendo en su fuente eterna.

“Creo en un dios personal, que es la conciencia:
 a ella es a la que le debemos rendir cuentas cada día”
 (Mario Benedetti).



La neurociencia ha comprobado, midiendo actividad eléctrica, que las mismas áreas del cerebro
 se afectan (idénticamente) cuando un objeto es visto o imaginado, percibido o creado idealmente.
 La acción posterior verificada es la emisión de un pulso eléctrico dirigido hacia un órgano,
determinante de lo que popularmente conoces como emoción.
 Candance Pert, investigadora y profesora de la Universidad de Georgetown, refirió a las células como “hogares de conciencia”, porque allí se concretan las reacciones interatómicas que,
reproducidas a escala mayor, modifican las respuestas orgánicas.

El físico cuántico Ami Gostwami dice que “los átomos no son cosas sino tendencias.
 Energía en movimiento contínuo. Por tanto, es necesario pensarlos como posibilidades”.
 De acuerdo a lo anterior, quién y cómo elige de entre esas posibilidades para que se produzca
 una experiencia actual (consciente)?. La respuesta de la física cuántica es rotunda:
 lo que crees, creas.

La realidad es un número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades,
 hasta que una se convierte en real: eso será lo que vivas. Somos nosotros, tú y yo, quienes
 nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos
 (“tú no puedes”, “yo sí puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras palabras, la física moderna nos dice
 que podemos alcanzar todo aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades-ondas),
 en tanto seamos conscientes de eso.

Greg Braden, relata que los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que, dicen,
 perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a la actual.
 En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de la oración y la plegaria”,
 Braden asegura que su manera de orar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían después.
En lugar de pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían
 ya se había cumplido, incluyendo sus sensaciones asociadas.
 En el Evangelio según San Marcos, puedes ver:
 “Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis,
 creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas” (Marcos 11:24-26).



Diversos experimentos han concluido
 en modificaciones del ADN de especies estudiadas en laboratorio ante estímulos exteriores.
 Tales mutaciones, consecuencia de prácticas
 no naturales inducidas, se han mantenido
 en generaciones sucesivas y explican comportamientos inconscientes, no existentes previamente a esas experiencias.



William James y Vilas, profesor de Psicología y Psiquiatría de la Universidad de Wisconsin,
 encabezó un estudio que investigó los efectos de un día de práctica intensiva de la atención
 en un grupo de meditadores experimentados. Después de ocho horas de práctica de la atención,
 los meditadores mostraron una gama de diferencias genéticas y moleculares.
 "Hasta donde llega nuestro conocimiento, este es el primer documento que muestra alteraciones rápidas en la expresión génica en temas relacionados con la práctica de la meditación consciente.
 Lo más interesante, es que se observaron los cambios en los genes que son los objetivos actuales
 de los fármacos analgésicos anti-inflamatorios".
 El estudio fue publicado en el Diario Psychoneuroendocrinology.

Bruce Lipton, en su libro “La biología de la creencia”, afirma que “la función de la mente es crear coherencia entre nuestras creencias y la realidad que experimentamos….
 Lo que esto significa es que tu mente ajustará a la biología y al comportamiento del cuerpo
 para encajar con sus creencias. Si te han dicho que te vas a morir en seis meses y tu mente lo cree,
 lo más probable es que morirás en seis meses. Eso se llama el efecto “nocebo”,
 el resultado de un pensamiento negativo, que es lo contrario del efecto placebo,
 donde la curación es mediada por un pensamiento positivo. Ahora ¿qué pasa con la parte que no quiere morir, la mente consciente?. ¿No afecta a la química del cuerpo para revertirlo?.
 Todo se reduce a cómo la mente subconsciente, que contiene nuestras creencias más profundas,
 se haya programado. Las personas han sido programadas para creer que son víctimas
 y que no tienen ningún control”. En la conciencia están las posibilidades de sanación.
 Están las elecciones vitales.


La Programación Neurolingüística (PNL)
ha puesto  en modelos todas estas investigaciones. Esto es, aplicando formatos comunicativos
 conscientes para influir en la mecánica cerebral.


“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz,
 sino haciendo consciente su oscuridad”
 (Carl Jung).


La ciencia avanza sobre la conciencia. La descubre y explica. Allí está su límite.
No es nuestro caso. Tú y yo somos seres conscientes. Creadores de conciencia.
 Nosotros hacemos consciencia, cuando elegimos actuar como sentimos.
 Nada ni nadie nos condiciona esa libertad.
Nada ni nadie nos impide esa posibilidad.

De qué estás siendo consciente ahora?. Para qué te está pasando lo que te pasa?.
 Te escuchas?. Qué escuchas?. A quién estás escuchando?.  Qué aprendes de eso?.
 Qué haces con eso?. Qué vas a hacer con eso?.
 Seguirás mirando en la platea la película de tu destino?. 


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