martes, 11 de febrero de 2014

CREACCIONARIO


Imagino una reunión de la Real Academia Española.
 Ambiente clásico y sobrio, mobiliario austero, señoras y señores mayores, cultos, estrictos, precisos.
 No importa en qué año sea la reunión, el aspecto ha de ser similar a lo que pienso.
 Tal vez, ahora haya algunas computadoras sobre la mesa y asomen colaboradores de menores edades.
 Les importa actualizar el riquísimo vocabulario de nuestra lengua,
 agregando palabras que se han incorporado al uso cotidiano de millones de personas.
 Debaten y discuten hasta encontrar la definición que mejor les cuadre para explicar
 el significado teórico de una palabra, cuya practicidad la ha popularizado lo suficiente
 como para llegar a ser admitida en esa mesa ilustrada.
 Una vez resuelta la controversia, engrosan el diccionario.
























Desconozco por qué canales formales se puede llegar hasta esa erudita junta,
 pero por estos tiempos un blog puede hacer el barullo necesario para iniciar el camino hacia allí.
 Y tantos perros callejeros en este sitio harán bastante ruido.

Sostengo que las palabras no significan nada hasta que no se hacen visibles en acciones.
 Todo existe según su “para qué”.
 Tú sabes lo que es el fuego porque has comido gracias a él tantas veces.
 O lo que es un camino por su servicio al destino.
 Y lo que es una flor por la sonrisa de quien la recibe
 o la miel que elabora la abeja después de libarla.



Las palabras son acciones.
Así aprendes,
 gracias al registro memorial/emocional
 que dejan esas acciones.
 Así vives,
 gracias a las palabras que derivan en acciones.




Cómo me gustará escuchar, en unos meses o años,
 que alguien diga que por conversatura (su cultura de la conversación),
 ha podido desarrollar su aperética (ética de la apertura)
 y que observa notorios cambios en su aflexizaje (aprendizaje en la flexibilidad).
 Ya sabes cuánto se necesita que hagamos acuerdos para mejorar nuestra convivencia
 y para eso se precisa mucha obranza (obrar con confianza),
 focambición (ambición por el foco y no dispersarse),
  efipromiso (compromiso con la eficiencia de los procesos)
 y logrompetencia (competencia en alcanzar logros)
 o su sinónimo, resultidad (la capacidad de buscar y alcanzar resultados).

Será más probable cuanto más impecablas (hablas impecablemente,
 cuidando lo que eliges decir y recordando que tus palabras actúan desde que salen de tu boca),
 más te motiveas (te veas motivado porque creas en lo que estás viendo),
 más intelisente seas (presencia inteligente) y mayor sea tu enfasía
(estado enfático, enérgico total, intenso).

Ese es el camino a la bienestud (la mayor virtud, estar bien con uno mismo),
 la prosanía (no enfermedad) y la podertad (la plena libertad para disponer todo tu poder personal).

La comunicación es acción común. Si cuidas sus modos y sus fuentes,
 te sentirás más ligero recorriendo tu vida y ayudarás a que los demás también sintamos lo mismo.
 Tendrás el mismo cuerpo, pero te pesará menos. Lo que pienses podrá ser obra o no será un lastre.



Estás en el mundo para construirlo cada día. En realidad, construyes tu mundo cada día,
 conversando contigo y con nosotros. Accionando a cada paso, aunque creas que no haces nada.
 Eso también es una acción: la acción de no hacer. Ante la opción, la posibilidad de elegir,
 yo propongo este borrador del CREACCIONARIO,
 el espacio donde vayamos dejando las palabras que ahora nos movilizan.
 Las nuevas palabras que llevan a nuevas acciones y nuevas actitudes.
  Donde los significados sean ejemplos antes que acabadas definiciones.

Para que te reconazcas (reconozcas en ellas y nazca algo nuevo allí).
 Te invito a darle forma a la versión original del CREACCIONARIO
de la Real Academia de Los Perros Callejeros.



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